Un impecable sesenta y siete

Un día como hoy, 22 de julio a las 6 de la tarde, llegaba al mundo.
Esta mañana en La Massana (Andorra) caminaba por esta hermosa senda, fruto de la caminata es este poema, concluido en mi ciudad, l’Hospitalet, sobre la que cae una tormenta mediterránea.

Un año más, tras un impecable número sesenta siete,
continúo cultivando
el arte
del volver a nacer.

Hoy, una luz matinal y serena
juguetea con mis sueños,
mientras aspiro
el olor de las flores.

Ahora, sonrío al implacable
tiempo,
diligente labrador
de los surcos de mi rostro.

Me acompaña un guardaespaldas,
viejo conocido
de las expertas cicatrices
que cobija mi alma.

Y me concedo el contemplar las estrellas,
cuestionar las normas,
y cultivar en mi jardín
brotes de afecto y pasión.

Fuera, relampaguea
y un fecundo aguacero
besa el aire.
Entretanto, me encuentro y me re-creo.