No existes ya y, sin embargo, eres
Eres las sábanas blancas
de la infancia evaporada;
el olor a lirios en la tierra húmeda,
acariciada por tus manos.
Eres la eterna primavera
del amor inmortal;
el beso sereno
de una tarde de otoño.
Eres el tintineo de la lluvia
que arrulla el insomnio;
la emoción frente al mar
en la noche de luna llena.
Eres el color gris
que entinta mi tristeza;
el arco iris del asentimiento
a la soledad y al vacío.
Eres el paso del tiempo
imperecedero;
el resplandor
en las noches de tinieblas.
No existes, madre, y sin embargo, eres.
Poema: Berta Pichel Blanco
Pintura: Erika Craig