Involuntarios patriotas
¿Cómo sería el momento justo,
en que el joven patriota,
enfangado en la tierra rojiza del Hiber,
reptó,
cual culebra asustada,
hacia los juncos temblorosos?
El estrépito de los Stuka,
emperadores del espacio,
pájaros mecánicos en procesión diabólica,
con las lucecitas intermitentes
que anuncian el burdel de la muerte,
lo vigilan desde el cielo.
El miedo cabalga entre sus piernas,
dificulta el avance,
mientras el lodo callejea por el paladar
y se incrusta entre los dientes.
Sé valiente. Arrincona el miedo.
La Patria te necesita.
Le dicen.
Y tú, padre, empuñas el mauser
con esas mismas manos
que, rebasada la locura,
acariciarán mis mejillas.