La Portela de Valcarce
Después de unos días en la Portela, recuperó las fuerzas perdidas en las últimas semanas. La
víspera del San Juan despertó con la serenata continuada de quiquiriquís. Se
levantó a entreabrir la ventana de la habitación y permaneció un rato en pie
contemplando la montaña plagada de castaños y nogales delineando cenefas florales
verdosas y amarillentas. Al salir al corredor, percibió la sonoridad del río
Valcarce en un fluir sigiloso a través del pueblo adormecido. Caminó por la
galería intentando activar las piernas entumecidas, pero el intenso olor a café
que procedía del interior la animó a vestirse.
Fotografía: la primera a la izquierda es la casa de mis abuelos paternos, la segunda a la derecha, la de mis abuelos maternos.