A mi padre
Miro, rebusco y te encuentro
en las montañas y en los ríos.
Entre risas,
aupada en tus botas negras ,
atrás y adelante,
adelante y atrás,
en el patio sin fin.
En los cuentos de la fiera Grupecia
embellecida con tu ondulada voz.
En el recuerdo infinito
de la triste, triste guerra.
En mi rebeldía adolescente.
En tus abrazos amorosos.
En tu cariño a la tierra
y en mis gestos más nimios.
Solo yo sé
que nunca te he despedido.