Balance
Cuantas veces, Señor, en la tiniebla
volé por los arrabales del alma
escudriñando las veredas en calma
sin hallar luz alguna entre la niebla.
Aún ahora mi memoria rebla,
pero, cuando algún pesar ensalma,
entonces mi mano extiende la palma
y es la paz la que el corazón repuebla.
Si en el camino, Señor, me procuras
tesón y alegría, yo haré balance,
y podré asumir risas y amarguras.
Solo te pido que tu luz alcance
el mar azaroso en noches oscuras,
la fría ventisca y cualquier percance.