Desamor
No sé lo que captaban tus neuronas,
ni sé lo que retuvo mi retina
e ignoro si rozas tan siquiera
la vasta laguna
del olvido.
No supe discernir en qué momento,
aquella lluvia fina
transformó
en piedra dura
nuestra blanca caliza.
Solo sé que delineamos un río seco,
sin curso,
sin caudal,
incapaz de sustentar
largas noches solitarias.
Y, ahora, ya percibo,
indiferente,
cómo las frías sombras
del desamor
navegan a la deriva.