Flores del Sil, mi barrio

Flores del Sil, mi barrio

29/05/2018 Mis microrrelatos 0

PREGÓN FIESTAS FLORES DEL SIL

11 mayo 2018

“Concentró su atención en la barriada donde vivía Nía. Resultaba un minúsculo arrabal encajonado entre el río Sil y la vía del tren. En torno a la carretera se extendían algunos pequeños edificios rodeados de grandes extensiones agrícolas con patios, pozos, cuadras y gallineros. Con dificultad, logró localizar la vivienda que, desde la lejanía, recordaba las minúsculas casas de los cuentos infantiles”.

Este fragmento es parte del homenaje a mi barrio, Flores del Sil, a nuestro barrio, que yo le dedico en mi novela “Cicatrices de charol”.

Imaginar cómo era esta barriada en la época de la Segunda República no me costó demasiado. Veinte años después de aquella época, una niña dev ocho años, yo misma, se instalaba en él con su familia en la zona de Villa Gloria.

Era nuestro barrio un espacio en proceso de transformación con una espina dorsal que, cuando la vi por primera vez, me pareció una calle impresionante, no menos que la Quinta Avenida de Nueva York. Mi padre me explicó que era la Carretera de Orense, hoy Avenida de Portugal. Yo sospeché que los de Orense debían de ser gente muy importante.

En el marco geográfico de Flores del Sil transcurrió mi infancia, mi adolescencia, mi juventud, gran parte de mi vida, entre períodos de ausencia, pero siempre presente. Una situación no muy diferente a la vida de otros muchos amigos y vecinos obligados a abandonar nuestra tierra de origen a fin de emigrar a otros lugares de acogida.

Hoy, aquel barrio de entonces en proceso de crecimiento, de casas de planta baja o de planta y piso con un pequeño jardín adosado a las fachadas, de zonas traseras con cuadras y gallineros, de calles sin asfaltar en plena convivencia con canales que regaban las huertas, de hogares sin teléfono, ni lavadoras, ni televisión, ni tan siquiera frigoríficos aunque las bodegas refrigeraban los alimentos, de sesión infantil los domingos a las cuatro de la tarde en el Cine Sil, ha cambiado pero no en demasía.

Esta barriada en la que habitaron personas inolvidables como mi querido maestro, don Daniel y su Academia Magister, educador de varias generaciones; como el médico de los obreros, don Francisco Mayo, experto en el arte de la humildad y del servicio a los enfermos; o como don Fernando o don Francisco, propulsores de actividades religiosas y culturales en el barrio, creadores de comunidad; aquel barrio se ha transformado.

A veces, al transitar por él, siento tristeza por los seres que amaré siempre y ya no están; porque veo fértiles huertas abandonadas; calles con socavones, aceras en mal estado, jardines descuidados; aunque intuyo que varios televisores acompañan a las familias y los móviles se han convertido en nuestros amigos inseparables, no sé si de una auténtica comunicación.

Verdad es que la presa de La Martina ya la tenemos soterrada y se ha convertido en un espacio abierto y hermoso; tenemos ambulatorio, colegios, instituto, supermercados, centro cívico y, ahora, la esperanza de una zona de senderismo limpia a la vera del río Sil, de nuestro río.

Este nuestro barrio necesita de la colaboración de todos. Sin ella no es posible ganar espacios de convivencia, mejorar un entorno que nos alegre a todos, que nos haga sentir esa cercanía necesaria. ¡Contad conmigo!

Os deseo unas felices fiestas a todos: a vosotros vecinos, a las autoridades y mi agradecimiento especial a la Asociación de Vecinos.
Sed felices y…¡que no llueva!

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