“Nos mataron a Guevara, nos mataron a Cienfuegos…

“Nos mataron a Guevara, nos mataron a Cienfuegos…

26/11/2016 Literatura 0
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…y a Fidel no hay quien lo mate

porque para eso no hay huevos.”

Esta era una de las estrofas de “Cuba sí, Cuba sí, yanquis no” que los universitarios de mi generación cantábamos, voz en grito, allá por los inicios de los setenta.

Entonces éramos jóvenes, admiradores del movimiento hippie de los sesenta, en entusiasta lucha contra un franquismo que visualizábamos en caída libre e intentábamos empujar al final de sus días. Poca empatía sentíamos hacia el miedo que atenazaba a nuestros padres, condicionados por otra época, por otros acontecimientos dolorosos, “¿Acaso la libertad y la justicia no tienen un precio?”, objetábamos. Nos sabíamos de carrerilla la frase del Ernesto Guevara, nuestro Che, y se la disparábamos a la primera de cambio: “Más vale morir de pie que vivir arrodillados”.

Nos entusiasmaban las revoluciones y los revolucionarios, además Castro y el Che eran de “nuestra” órbita, hablaban español, los entendíamos “en directo” y ellos habían conseguido derrocar la dictadura de Batista.

Nos ilusionaba todo lo nuevo, deseábamos respirar otros aires. Nos sentíamos seducidos por Sartre, Camus, Simone de Beauvoir; atraídos por el cine de Eisenstein, Fellini, Vittorio de Sica, Passolini, Buñuel; encantados con la música de los Beatles, Bob Marley, Víctor Jara, Raimon, Serrat, Llach; nos pasábamos, a veces con una impresión penosa, lecturas prohibidas ¿quién se atrevía a decir que no había leído “El Manifiesto Comunista”, “El libro rojo” o “Cien años de soledad”?

Pero los años han pasado y, ahora, entendemos más a nuestros padres; creemos saber un poquillo sobre la condición humana; algunos hemos dejado de creer en las revoluciones; tratamos de ver no solo blanco o negro sino el abanico de matices grises; pero continuamos creyendo en la libertad, en la posibilidad de un mundo mejor y en la denuncia firme de las injusticias.

Van desapareciendo iconos importantes de nuestra generación. Muchos de ellos, como Fidel Castro, seres humanos controvertidos, con luces y sombras, represaliados en otros tiempos y represores en el poder, amados y odiados.

Y a uno ya le cuesta juzgar y condenar. Y canto, más bien canturreo, otra de las canciones míticas de aquella época, la de Jimmy Fontana:

Gira, il mondo gira

nello spazio sense fine

con gli amori appena nati

con gli amori gi finiti

con la gioia e col dolore

della gente come me

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