Niebla

Niebla

02/12/2016 Literatura 0

Nía se acomodó en medio del colchón de lana que ella y su madre habían rehecho a principio de verano, ayudadas por una colchonera de La Puebla. La lana cardada le brindaba sensación de comodidad. Se movió con pericia, logró moldear una cuna esponjosa y se arrebujó como un caracol. En los cristales congelados se delineaban pequeñas escamas; a través de la zona superior, una ranura transparente le permitió observar la niebla intensa. Se imaginó las ramas de los árboles y los arbustos decorados en sus yemas heladas por lagrimitas de cristal. Hacía frío y le daba pereza levantarse. Desde niña, le gustaba adoptar aquella posición fetal y, a menudo, pasaba ratos soñando con su hada madrina, que siempre la protegía de los monstruos cuando venían a visitarla. En ocasiones, llegaba acompañada de Pinocho, de la Cenicienta o de otros muchos personajes con los que jugaba y vivía cientos de aventuras


 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *