Los secretos de mi nombre

Los secretos de mi nombre

12/01/2018 Literatura Mis microrrelatos 0

Nacer en una época determinada imprime carácter. En realidad, no somos tan libres como nos pueda parecer. Las circunstancias que nos rodean, nos condicionan. En ocasiones, provocan sufrimientos que, con el paso de los años, consideras absurdos e innecesarios.

Haber venido al mundo en el franquismo supone estar, de facto, delimitado por el paradigma propio de la época que generaba, a menudo, juicios esperpénticos.

Tal es el caso de los nombres bautismales que se imponían a los niños. Si observamos el repertorio, nos percatamos rápidamente de cómo el nacionalcatolicismo de la época se expandía también por este ámbito. El santoral católico era la fuente inspiradora.

Así pues, mi nombre, Berta, resultaba extraño. En una ocasión, el mosén de mi colegio, voz en grito, afirmó en el sermón: «Es una gran vergüenza que algunos padres impongan a sus hijos nombres paganos, como Berta». Recé, con la angustia propia de las creencias del momento y las inseguridades de una adolescente, con el objeto de que continuase ignorando mi segundo nombre. En efecto, el mío es un nombre compuesto.
Todos tenemos secretos que guardamos en nuestra «caja fuerte» personal e íntima. Aún hoy, contados amigos saben que mi querida abuela materna logró que mis padres diesen el visto bueno al segundo. Y así, hoy os desvelo el secreto, me bautizaron como Berta-Lilí ¿Entendéis mis miedos? Si Berta era un nombre pagano, ¿qué calificativo se le podía aplicar a Lilí? ¿Diabólico, hereje?

Con el tiempo, pero las cosas solo pasan con el tiempo, me enteré de que había existido una santa Berta, que mi nombre tiene raíz germana, al igual que mi primer apellido, que el nombre Lilí se popularizó en el período de entreguerras a través de la canción «Lili Marlene», cantada por la famosa actriz alemana Marlene Diedrich y que el compositor de la canción fue un soldado alemán que se la dedicó a su amada. Así pues, algo de alemana sí tengo. Creo que le comunicaré a la señora Merkel que me he ganado el derecho a votar en las próximas elecciones.
Como cantaba mi admirada Mercedes Sosa, «Cambia, todo cambia», hoy, afortunadamente, me siento plenamente identificada con mi nombre.
Gracias, muchas gracias a los que lo habéis elegido. Allá donde estéis.

 

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