17/04/2017 Literatura Poesía 0

Es cierto, nada tengo.
No me queda ya más que esa certeza.
Que las palabras son sólo ceniza,
que sólo somos sombras de un abrazo,
que llevamos la luz
de los que nos amaron
y nos vieron un día entre la niebla.

Nada tengo, lo sé.
O acaso tengo todo
lo que realmente importa.
Me cansé de escuchar a los mercaderes
del templo.
Sólo quiero la desnudez de la intemperie,
la verdad, la voz amada y la belleza.

Marisa Peña
Pintura: Marie Fox

 

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