En el teatro

Rememoró la noche
anterior: el teatro, las luces, la oscuridad, los focos, la música, los
aplausos…”¡Oh, ciudad de los gitanos! ¿quién te vio y no te recuerda?”. 

El
Romance de la Guardia Civil se había quedado grabado en su cerebro y, en
ocasiones, surgía como iluminándolo todo.

 En el escenario había vivido un
torbellino de impresiones. Primero la había invadido una sensación de inseguridad.
Se había sentido muy pequeña en medio de las luces, de la
música que parecía hechizarla por momentos, y del terror de intuirse observada
por una sala oscura con muchos ojos clavados en ella.

 Enseguida se había
tragado el miedo y se había entregado al latido de cada uno de los versos. La
imagen de su padre; de María del Mar; de los hijos de los mineros jugando en la
calle con manos y cara ennegrecidos; de la gitana Chona y sus vaticinios; de
los caballos negros, de la huida de las gitanas y de las pistolas inconcretas
del poema de Lorca; de Valeriano en la primera fila; todo le había dado fuerza. En
algún momento había creído levitar.