A pesar del dolor y del olvido,
de la violencia hiriente del relámpago,
a pesar del insomnio y los naufragios,
yo canto.
Yo canto
a la inflamada llama que me quema
y rescata mi corazón doliente.
Canto absorta a la lluvia y al diluvio
y a la furia del viento
en la tormenta que, azul y galopante,
azota la península
mientras el vendaval me empapa de silencios.
Yo canto por el niño que descubre
todo el amor en los ojos de su madre
y canto con pasión a la belleza
que habita en las fronteras de la edad.
Marta Muñiz Rueda
Pintura: Frederick Carl Frieseke