A Federico García Lorca en el ochenta aniversario de su asesinato
En la fría madrugada,
lluvia de estrellas cayeron
como espadas en Granada,
y ni los duendes las vieron.
En la casa abandonada,
sátiros lo detuvieron,
la guarida traicionada,
el cielo y el viento crujieron.
El barranco y la vaguada
de luceros se tiñeron,
los cuerpos en la hondonada
como semillas cayeron.
Ante su vida quebrada,
voces gitanas gimieron,
y a la memoria dolida
los corazones se abrieron.
Berta Pichel B.
Sant Pol de Mar, 16-17 de agosto.