Una simple fotografía

Una simple fotografía

04/09/2016 Literatura 0

bertapichel:

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En verano,la salida y la puesta del Sol son dos momentos casi sagrados para mí.

Tal afirmación puede sonar un tanto grandilocuente. Nada más lejos de mi intención. Me atrae la soledad. No soy una misántropa. Muy al contrario, me agrada, disfruto de la relación con los demás. Sin embargo, a menudo siento esa necesidad de encontrar lugares con poca gente, mejor, sin gente.

Ante la inmensidad de mar, al amanecer o al atardecer, con el sol naciente o el poniente, me sumerjo con facilidad en la nada. Por fortuna, no he de pagar un euro por la consulta de ningún psicólogo. El mar, el sol y, cuando puedo, la montaña y sus bosques, ejercen tal atracción sobre mi persona que ríase usted de la hipnosis ericksoniana.

En ese estado de relajación activa se encontraba una servidora hoy al atardecer ante el Mediterráneo, acompañada a lo lejos por algún pescador de esos que clavan varias cañas en la arena y esperan, pacientemente, a que piquen alguno de los pocos peces despistados y supervivientes del exhausto fondo marino, cuando una pareja apareció con un cochecito en volandas y acompañada de cuatro chiquillos.

Enseguida abandoné el susodicho estado de gracia y, casi como un imán, mis ojos se fijaron en la mujer. Oscurecía, pero acerté a ver a la perfección el hiyab a cuadros marrones y blancos cubriéndole la cabeza y el tronco, combinado con una falda marrón hasta los pies. Quizás –pensé– vienen a bañarse a esta hora porque prefieren más intimidad. El padre se sacó la ropa al igual que los niños. Nada los diferenciaba de cualquier bañista occidental a cualquier hora. La madre permaneció en la arena, al lado del carrito, junto con el pequeño, sin sacarse el pañuelo, mirándoles divertirse, reír, saltar las olas. Tal vez, simplemente, contemplaba el horizonte, el infinito.

Hacía mucho calor, fuera y dentro de mi cuerpo y de mi mente. La cabeza me daba vueltas. Y no paraba de repetirme: “¿Qué estará pensando? ¿Cuáles serán sus sentimientos? ¿Cómo será su día a día? ¿Por qué no puede bañarse y disfrutar como el resto?”

Me levante, arrepentida de mis juicios inconscientes.

De manera irrespetuosa, saqué mi móvil e hice una fotografía. No quería olvidar la escena. Era una imagen diluida, con ninguna calidad, pero con mucha fuerza.

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