
Seguramente tenía razón el chico pero su madre, su abuela y, tal vez, la madre de su abuela, la abuela de la abuela y todas las mujeres de su familia nunca habían acudido a un teatro.
Para la señora Avelina, y probablemente para todas las mujeres de su constelación familiar, el teatro era cosa de ricos, de mujeres llenas de joyas y con criadas a su servicio o de hombres con puro, levita y mucho dinero; también de saltimbanquis, titiriteros, holgazanes, en fin de gente floja y acostumbrada a vivir del cuento.
Berta Pichel: Nía
Foto: Primer teatro de Ponferrada