Retrasos

El hombrecillo de mejillas amoratadas, ojos legañosos y fuerte aliento a vino, que poco antes deslizaba su mano en la barra como si de un contorsionista se tratase al intentar acariciar la suya, huidiza a su vez ante tales intentos, se abalanzó con paso inseguro sobre el músico, ocupado en rescatar el micrófono entre las piernas de todos los tamaños. La gente se apartó como pudo en medio del limitado espacio que provocó baquetazos entre unos y otros. El cantante logró recuperar el micrófono, mientras el hombrecillo permanecía en el suelo boca abajo, incapaz de levantarse y rodeado por los viajeros atrapados en el espacio minúsculo. Pepa lo contempló con rabia y compasión al mismo tiempo. Le costaba presenciar los destrozos provocados por el alcohol. Sabía muy bien de dónde provenían sus recelos.
«El tiempo nos deshizo»