Mi río Valcarce
No es incolora el agua de mi río.
La habitan algas bailarinas,
disfrazadas de verdes invernales,
juguetes del espacio finito de mi memoria.
El agua de mi río no es inodora.
Huele a naftalina de enaguas negras,
empapadas en la siega impenitente
de deseos mutilados.
En mi río habita el sabor dulce de la vida;
el salazón intenso del placer;
la acidez impregnada a mi garganta
al recordar con nostalgia lo perdido.
Mi río esquiva el curso implacable hacia el mar.
Retoza en el fondo de mi alma.
Disuelve las formas.
Empapa los recuerdos.
Mi río persevera junto a mí.
Es el maestro perfumador de la alforja
que, un buen día, me entregaron los míos.