LUNA
Señora de la noche y de las sombras,
fiel triunfadora de las horas negras,
de los trances ardientes y luminosos
de los amantes.
Siento, Luna, tu silencio al final de la tarde.
Distingo bajo la luz fría que ilumina el gran astro,
los colores más vivos, los rincones
del alma.
Duerme el mundo, mientras yo recuerdo.
Bajo la mirada de fases cambiantes,
fuiste fiel compañera y reflejo
de plenitud.
Tu cuerpo alumbraba el espacio
y el tiempo pletórico en que, juntos,
acudíamos a contemplar
el firmamento.
Sosegabas el brío de Eolo
mientras lucían diáfanas las estrellas.
Diluías las tinieblas.
Tranquilizabas la euforia del mar.
Hoy ya han pasado los sueños. De nuevo aquí
y desde este llano, ay, Luna, te ruego
que me enseñes a mirar como tú miras,
la cara oscura.