La constelación socialista
Viñeta: El Roto
Como gran parte del país observo perpleja los movimientos, actitudes, acusaciones, órdenes, interpretaciones e insultos incluso,que se cruzan en estos momentos los mismos militantes del PSOE.
Aunque sin carnet del partido, durante años he creído ser una estrella más de semejante constelación, tanto por decisión propia como por aquellos valores de fidelidad a mis antepasados que, a menudo, he comprobado en la terapia de las constelaciones familiares. Tal vez, además de la leche materna, también “mamamos” ideas y es probable que mi madre me transmitiese en ella su alma socialista, largos años hibernada por temor al régimen o porque la línea paterna era más bien de derechas y el tema político, como Don Quijote aconsejaba a Sancho, era mejor no meneallo.
Desde hace tiempo, pero en especial estos últimos días, se me ha demostrado fehacientemente que tal agrupación de estrellas es meramente convencional y que unas y otras pueden encontrarse a cientos de millones de años luz. Así, en los inicios de este extraño otoño, la explosión de algunas estrellas relucientes creó esta especie de supernova socialista que, de momento, se muestra más nebulosa que luminosa.
En absoluto me resulta novedoso este movimiento. Por mi mente revolotean situaciones históricas de gran tensión donde las ambiciones, la incompetencia, los intereses partidistas y el alejamiento de la realidad deriva en luchas más o menos cruentas.
Sin embargo, en esta situación lastimosa me gustaría ver a unos y a otros discutiendo sobre ideas y estrategias renovadoras. Tiempo han tenido para hacerlo. En cambio, en las redes sociales menudean los insultos. Bastantes socialistas que se presentan como solidarios y defensores de una España federal, no dudan en acusar a otros aludiendo a su origen andaluz, catalán valenciano…Todos quieren tener razón. Carecen ya no de empatía sino del necesario respeto hacia sus mismos compañeros. Triste, triste ejemplo para todos.
Contemplo las imágenes que transmite la televisión ante el mismo edificio donde vivió y falleció Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, el hombre humilde y conciliador. Allí en las últimas horas se ha puesto de nuevo en marcha la táctica de las trincheras. Me duele esa incapacidad para dialogar y llegar a acuerdos que tanto nos caracteriza a los hispanos. Miembros de la misma familia socialista al parecer ni se miran a la cara. Unos y otros se consideran traidores y establecen “sus” estrategias.
Temo mi próxima comida familiar. En ella mis hijos me volverán a repetir aquello de “Si aún los volverás a votar”. Me estoy quedando sin argumentos.