Hacerse montés

Hacerse montés

01/08/2018 Mis microrrelatos 0

Abandonó la habitación molesta. Cuando Clara la examinaba con aquellos ojos verdes, fijos, como si fuesen incapaces de parpadear, sentía sobre ella la mirada de Lucero, el gato que de la noche a la mañana, había desaparecido – .“Se ha hecho montés y es peligroso”, aseguraba su padre– y, aunque volvía de vez en cuando y los vigilaba de lejos, no podían acercarse a él.

A Pepa le gustaba aquello de “hacerse montés”. Hacía muy bien Lucero con irse al monte. Había pensado que, cuando volviese, se iría con él a dar una vuelta por el bosque. Era su gato, era su amigo. Además, necesitaba encontrar a Bambi. Tiempo atrás, un señor muy alto y muy, muy delgado, había llegado al pueblo con un coche negro. Se paró delante del bar del padrino y comenzó a descargar trastos muy extraños. A la noche, toda la gente del pueblo llevó sillas al bar para ver una “película”, palabra que Pepa oía por primera vez. Y allí conoció a Bambi, a Tambor, a Flor y a la pobrecita mamá de Bambi. Lloró, lloró mucho, cogida a la mano calentita de su madre. Estaba convencida de que Bambi estaba en el bosque y, cuando volviese Lucero, se iría con él. Seguro que todos se habían hecho amigos.

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