Fanatismos

Reflexiones desde mi tranquilo rincón de pensar.
Hoy he recibido, vía WhatsApp, un texto islamófobo, encaminado a convencernos del peligro que nos amenaza ya que, cada vez, estamos más rodeados de judíos, ay, no, perdón, de musulmanes. El texto huele a adoctrinamiento, a tratar de persuadirnos de que tenemos al enemigo en casa.
El “escrito” viene a expresar la tesis de que todo lo musulmán huele a peligroso.
Eso se llama, sencillamente, fanatismo.
El fanatismo forma parte de la vida de los pueblos como el aire contaminado que respiramos con frecuencia. La historia nos lo demuestra continuamente.
Hay fanatismos de todo tipo. Hay los que eliminan a los disidentes. Estos son los más destructivos, a todas luces.
Pero también encontramos otras formas de fanatismo que afloran en momentos de sumo dolor como el que vivimos tras el atentado de Barcelona, Cambrils, Nigeria, París…y tantos y tantos lugares.
Es esa forma de fanatismo que, en nuestra sociedad, se trasmite vía algunos artículos de prensa, de debates radiofónicos o televisivos, de redes sociales, de comentarios de los amigos…en el que observamos un deseo, soterrado o no, de tratar-obligar al otro a cambiar de idea, a convencerlo de su verdad en base al ataque al diferente.
Me duele esas miradas hurañas, esas palabras encizañadoras contra todo lo que huela a musulmán.
Que algunos miembros cristianos del Ku klux klan sean racistas y asesinos, no convierte al resto de cristianos americanos en criminales.
Del mismo modo, los musulmanes que atentan contra los otros, no representan al Islam, por mucho que determinados sectores, fanáticos, quieran hacernos creer.