Desiderátum

Desiderátum

14/08/2016 Literatura 0
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Nunca más tornará

la infancia, 

ni la adolescencia inquieta.

Nunca más mi madre peinará

mis trenzas

ni escucharé, nunca más,

la voz grave de papá

pronunciar mi nombre,

Bertita,

hasta el final de sus días.

Tal vez, la fuerza de la vida

me regale la quietud

de la vejez,

modele mi rostro

y lo adorne con surcos profundos.

Ojalá,

los hados sean benignos y me concedan

el don 

de reavivar

la fuerza de la juventud

en los hijos;

de saborear 

la vitalidad de los nietos;

de atesorar 

las emociones pasadas

en mi memoria.

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