09/10/2017 Mis poemas 0

Al abrir el día,
acudo al Maestro
que persevera silente y tenaz
en su flujo enigmático.

Intento comprender
las pulsiones,
el continuo devenir
de las olas
densas y zalameras,
a modo de bancos de peces oscuros y brillantes,
que bailan en la superficie,
guiadas por el susurro
que liba la arena.

Me atrae esa sinfonía de ecos aprendidos
desde el origen de los tiempos.

Emborracha mi espíritu
la espuma blanquísima
que semeja
un collar de puntillas de bolillo.

Ante el mar,
en la penumbra,
en mi amada soledad,
me dejo querer
por la hermosa colcha sonora que me oculta
la profundidad
de su ser.

Y aquí, ante el Maestro,
en su compañía,
hallo la Paz y la Serenidad buscadas.

 

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